La francmasonería, una de las sociedades secretas más antiguas y misteriosas del mundo, ha sido objeto de fascinación y especulación durante siglos. Sus rituales, símbolos y jerarquías han alimentado la imaginación de escritores, cineastas y teóricos conspirativos por igual. Sin embargo, más allá de la intriga superficial, surge una pregunta fundamental: ¿En qué creen realmente los masones?
La respuesta a esta pregunta es compleja y variada, ya que la masonería no es una institución monolítica con una doctrina rígida, sino más bien una fraternidad que acoge a individuos de diferentes creencias y filosofías. Aun así, existen ciertos principios y valores fundamentales que son comunes entre los masones, independientemente de su afiliación a una logia específica o rito.
Principios fundamentales de la masonería
En primer lugar, la masonería se basa en la idea de la fraternidad universal. Los masones creen en la igualdad que hermana a todos los seres humanos, independientemente de su origen étnico, religión o estatus social. Esta creencia en la unidad de la humanidad impulsa a los masones a trabajar juntos por el bien común y a cultivar relaciones basadas en el respeto mutuo y la solidaridad.
Además, la masonería promueve la búsqueda de la verdad y el conocimiento. Los masones valoran la educación y el desarrollo intelectual, y se comprometen a fomentar el pensamiento crítico y el debate informado dentro de sus logias. A través del estudio de la filosofía, la historia y las artes, los masones aspiran a enriquecer sus mentes y expandir sus horizontes.
Otro principio central de la masonería es el respeto por la libertad de conciencia y la tolerancia religiosa. Aunque la masonería no es una religión, sus rituales y simbolismos reflejan la influencia de múltiples corrientes religiosas y escuelas iniciáticas. Sin embargo, los masones están unidos por un compromiso compartido con los valores éticos y morales, más que por creencias teológicas específicas. Como resultado, las logias masónicas incluyen a miembros de diferentes religiones y creencias, fomentando el crecimiento personal con la comprensión mutua.
El Gran Arquitecto del Universo (GADU)
Para entender el concepto de El Gran Arquitecto del Universo hay que tener muy presente que la masonería es una fraternidad que se practica a nivel mundial y abarca una gran diversidad de culturas, tradiciones y sistemas de creencias. El GADU sirve como un punto de convergencia para los masones de todas las tradiciones.
Para los hispanohablantes, el término «Dios» a menudo evoca la figura del Ser Supremo en la tradición judeo-cristiana, como se describe en la Biblia. Sin embargo, la masonería reconoce que cada persona puede tener su propia comprensión de esa entidad creadora, sea cual sea su nombre o forma. Es por eso que el GADU no se limita a una sola concepción teológica, sino que abarca una variedad de interpretaciones que reflejan la diversidad espiritual de los masones.
Es importante entender que el GADU no es un dios específico al que los masones adoren o al que oren. Más bien, es un término «genérico» que engloba la idea del Ser Supremo en el que cada masón deposita su fe y devoción.
Así, cuando un masón escucha el término «Gran Arquitecto del Universo», reconoce que se está haciendo referencia a la divinidad de acuerdo con su propia cosmovisión religiosa o espiritual.
Por ejemplo, un masón judío, católico o cristiano, al escuchar “el Gran Arquitecto del Universo”, sabe que se está haciendo referencia a Dios, un masón musulmán sabe que se refieren a Alá, uno hinduísta a Brahama, etc.
La masonería no discrimina a sus miembros por sus creencias individuales, sino que valora la diversidad y la pluralidad. Si bien es un requisito básico para la iniciación en la masonería tener alguna forma de creencia espiritual, la fraternidad masónica acoge a personas de todas las religiones y tradiciones espirituales. Lo que importa no es cómo se denomina esa creencia, sino el compromiso personal de cada individuo con una fuerza superior que trasciende el mundo material.
El Gran Arquitecto del Universo es un concepto que encapsula la diversidad y la universalidad de la fe dentro de la masonería. A través de esta comprensión inclusiva, la fraternidad masónica continúa siendo un faro de tolerancia y respeto mutuo en un mundo cada vez más fragmentado y dividido por diferencias religiosas y culturales.
El Trabajo Individual del Masón: La Transformación de la Piedra Tosca a la Piedra Pulida
La masonería, más que una simple fraternidad, es un camino de autodescubrimiento y mejora personal. En el corazón de esta búsqueda se encuentra el trabajo individual del masón, un proceso de transformación simbolizado por la evolución de la piedra tosca a la piedra pulida.
La piedra tosca, en el contexto masónico, representa al individuo en su estado original: crudo, imperfecto y lleno de potencial no realizado. Es el punto de partida en el viaje del masón hacia la autoconciencia y el crecimiento espiritual. Al igual que una piedra bruta que ha sido extraída de la cantera, el masón entra en la masonería con sus propias imperfecciones y limitaciones, pero también con la promesa de convertirse en algo más.
El proceso de transformación comienza con el trabajo en bruto, donde el masón enfrenta sus propias debilidades y limitaciones. A través del estudio, la reflexión y la práctica de los principios masónicos, el masón comienza a tallar su piedra tosca, eliminando las impurezas y las asperezas que obstaculizan su crecimiento espiritual. Este proceso de automejora puede ser desafiante y laborioso, pero es fundamental para el desarrollo del individuo como masón.
A medida que avanza en su viaje, el masón se acerca cada vez más a la realización de su potencial. La piedra tosca se convierte gradualmente en la piedra pulida, un símbolo de la perfección alcanzada a través del trabajo diligente y la dedicación personal. La piedra pulida es el reflejo de la mente clara, el corazón puro y la voluntad fuerte del masón, que ha superado las pruebas y tribulaciones de su camino masónico.
Sin embargo, la transformación de la piedra tosca a la piedra pulida no es un destino final, sino más bien un proceso continuo y en constante evolución. Incluso después de alcanzar la perfección relativa, el masón sigue comprometido con su propio crecimiento y desarrollo espiritual. La piedra pulida sigue siendo tallada y refinada, siempre en busca de una mayor comprensión y realización de los principios masónicos.
En última instancia, el trabajo individual del masón es un recordatorio de la capacidad humana para la transformación y el crecimiento. A través del esfuerzo consciente y la dedicación personal, cada masón tiene el poder de convertirse en la mejor versión de sí mismo. La piedra tosca puede convertirse en la piedra pulida, y el masón, en su búsqueda de la verdad y la perfección, puede encontrar la realización espiritual y la verdadera fraternidad dentro de la masonería.
La Duda Filosófica en la Masonería: Una Reflexión sobre la Búsqueda de la Verdad
La masonería, como institución dedicada a la búsqueda del conocimiento y la verdad, abraza la duda filosófica como un principio fundamental en el camino hacia la comprensión más profunda del universo y de uno mismo. En un mundo lleno de incertidumbre y dogmatismo, la duda filosófica sirve como una herramienta esencial para cuestionar las suposiciones preconcebidas y explorar nuevas perspectivas.
En el contexto masónico, la duda filosófica no se trata simplemente de negar o rechazar las creencias establecidas, sino de investigarlas de manera crítica y rigurosa. Se alienta a los masones a examinar sus propias convicciones, las enseñanzas que ha recibido y hasta las nuevas enseñanzas que está recibiendo en la orden masónica y a estar abiertos al diálogo y la reflexión con aquellos que tienen diferentes puntos de vista. Esta actitud de mente abierta y disposición a cuestionar lo establecido es lo que impulsa el progreso intelectual y espiritual dentro de la fraternidad masónica.
Además, la duda filosófica fomenta la humildad intelectual y el reconocimiento de la propia ignorancia. Los masones comprenden que la búsqueda de la verdad es un viaje continuo y que siempre habrá más por descubrir y comprender. Esta disposición a admitir la propia limitación y a estar abiertos al aprendizaje es lo que distingue al verdadero buscador de la verdad del que se aferra obstinadamente a sus propias creencias sin cuestionarlas.
La duda filosófica es un aspecto esencial de la experiencia masónica, que impulsa a los masones a cuestionar, explorar y crecer en su búsqueda de la verdad y la sabiduría. A través de la práctica de la duda filosófica, los masones cultivan una mentalidad crítica y abierta, que les permite profundizar en su comprensión del mundo y de sí mismos.
El VITRIOL en la Masonería: Un Símbolo de Transformación Interior
Dentro de los rituales y simbolismos de la masonería, el VITRIOL emerge como una representación poderosa de la búsqueda de la transformación interior. Este acrónimo, derivado del latín «Visita Interiora Terrae Rectificando Invenies Occultum Lapidem», que se traduce como «Visita el Interior de la Tierra y Rectificando Encontrarás la Piedra Oculta», encierra en sí mismo un significado profundo y multifacético que resuena en los corazones de los masones.
En su nivel más básico, el VITRIOL hace referencia a la meditación, a la búsqueda interior, a la introspección profunda y al viaje del autoconocimiento. Invita al masón a sumergirse en las profundidades de su ser, a explorar los rincones más oscuros de su alma en busca de la verdad y la sabiduría ocultas. Este proceso de autoexploración es fundamental en el camino de la iniciación masónica, donde el individuo se enfrenta a sí mismo y a sus propias limitaciones en su búsqueda de la perfección moral y espiritual.
Además, el VITRIOL simboliza la necesidad de rectificación y transformación. La palabra «rectificar» sugiere la idea de corregir o enderezar lo que está torcido, de purificar y refinar el carácter del masón en su camino hacia la excelencia.
Este proceso de rectificación implica un compromiso personal con la mejora continua, con la superación de los defectos y con el cultivo de virtudes.
Por último, el VITRIOL alude a la búsqueda de la «piedra oculta», un símbolo de la verdad última y la realización espiritual. Esta «piedra oculta» representa la meta última del masón, el logro de la iluminación y la comprensión completa de los misterios de la existencia. Sin embargo, esta búsqueda es ardua y requiere constancia, disciplina y un compromiso inquebrantable con los ideales.
El VITRIOL es un símbolo poderoso en la masonería, que encapsula la esencia misma del camino masónico. Invita al masón a emprender un viaje de autoindagación y transformación, a rectificar sus imperfecciones y a buscar la verdad última en lo más profundo de su ser. A través del compromiso con los principios del VITRIOL, el masón encuentra un camino hacia la realización personal y espiritual, y contribuye a la construcción una mejor sociedad.
El Código Moral Masónico: Un Fundamento Ético para la Superación Individual y la Fraternidad Universal
La Masonería, arraigada en una larga tradición de búsqueda de la verdad y el perfeccionamiento moral, ha establecido un conjunto de principios éticos y normas de comportamiento conocido como el Código Moral Masónico. Este código, que ha evolucionado a lo largo de los siglos, tiene como objetivo guiar la actuación de los masones desde los valores universales, con la meta última de alcanzar el bienestar de la humanidad y la fraternidad en general.
El origen de lo que conocemos como «Masonería Moderna» se remonta al siglo XVIII, con la creación de la Gran Logia de Londres. Fue en este momento cuando se comenzaron a establecer las bases de un código moral que regiría la conducta de los masones en su vida diaria y en sus interacciones con los demás. Aunque la redacción inicial de este código estaba en manos de algunos hermanos masones, no fue hasta 1875 que se aprobó definitivamente una versión que perduraría en el tiempo.
El Código Moral Masónico o Credo Masónico se basa en principios fundamentales como la fe, la familia, la honestidad, la integridad, el respeto mutuo y la búsqueda del conocimiento. Los masones se comprometen a actuar con rectitud en todas sus acciones, a ser personas creyentes y a tener un compromiso personal con el Ser Supremo, sin importar con el nombre que lo conozca, a ser íntegros en sus relaciones personales, familiares y profesionales, y a tratar a los demás con cortesía y compasión. Este código moral sirve como un marco ético para la vida masónica, guiando a los hermanos en su camino hacia el automejoramiento y la realización personal.
Uno de los principales objetivos del Credo Masónico es el perfeccionamiento y la superación del individuo como medio para mejorar a la sociedad que lo rodea. Los masones se esfuerzan por cultivar virtudes como la tolerancia, la benevolencia y la justicia, y a aplicar estos principios en su vida diaria. A través de su compromiso con estos ideales, los masones contribuyen al bienestar de la humanidad y trabajan hacia la realización de una fraternidad universal basada en el respeto mutuo y la solidaridad.
A continuación, abordaremos cada uno de los puntos incluídos en el Código Moral Masónico y proporcionaremos una breve explicación de su significado:
Adora al Gran Arquitecto del Universo.
Al adorar al Gran Arquitecto del Universo, los masones reconocen y honran la existencia de una fuerza superior que da forma al universo y guía sus vidas. Esta devoción se manifiesta a través de la práctica de la virtud, la búsqueda del conocimiento y el servicio a la humanidad, reflejando el compromiso del masón con el Ser Supremo, la espiritualidad y la fraternidad universal.
Ama a tu prójimo.
«Ama a tu prójimo» es un principio esencial del Credo Masónico que refleja la importancia de la fraternidad y la solidaridad en la vida masónica. Este precepto insta a los masones a cultivar un profundo respeto y afecto por sus semejantes, independientemente de sus diferencias. Implica tratar a los demás con amabilidad, compasión y comprensión, reconociendo su dignidad inherente como seres humanos. Al amar a su prójimo, los masones contribuyen a construir una comunidad basada en el apoyo mutuo, la justicia y la armonía, en consonancia con los ideales masónicos de fraternidad universal y benevolencia.
Haz el bien, y deja hablar a los hombres.
Este precepto encapsula un principio fundamental del Código Moral Masónico: la importancia de la acción virtuosa y la moderación en la comunicación. Se enfatiza que, en lugar de enfrascarse en discusiones sin fin o debates estériles, es crucial actuar de manera benévola y altruista en beneficio de la comunidad y de uno mismo. Esta directriz fomenta la práctica de la bondad y la caridad como medios para construir una sociedad más justa y compasiva. Además, al dejar hablar a los hombres, se promueve la escucha activa y la apertura a las diferentes opiniones, enriqueciendo así el diálogo y fomentando la comprensión mutua. Este principio invita a los masones a ser agentes del bien en el mundo, mientras mantienen una actitud de respeto y tolerancia hacia los demás.
El verdadero culto a Dios consiste en las buenas costumbres.
Este principio encapsula la idea central de que la verdadera devoción a lo divino se manifiesta a través de las acciones virtuosas y el comportamiento ético en la vida diaria. En lugar de centrarse únicamente en rituales religiosos o prácticas externas, este precepto resalta la importancia de vivir de acuerdo con los principios morales y éticos en todas las facetas de la vida. Así, el culto a Dios se convierte en una expresión de amor, compasión, justicia y rectitud en las relaciones humanas, en la familia, en el trabajo y en la comunidad. Este principio refuerza la idea de que la espiritualidad y la moralidad están intrínsecamente vinculadas, y que el verdadero servicio a lo divino se lleva a cabo a través del servicio desinteresado a los demás y el cultivo de la virtud en todas nuestras acciones.
Haz el bien, por el amor al bien mismo.
El principio «Haz el bien, por el amor al bien mismo» resalta la importancia de realizar acciones virtuosas sin esperar recompensa o reconocimiento externo. En la ética masónica, se enfatiza que el verdadero valor del bien radica en su intrínseco beneficio y su conformidad con los principios morales, más que en cualquier ganancia personal o satisfacción egoísta. Este precepto invita a los masones a actuar con filantropía, desinterés y altruismo, guiados por un compromiso con la bondad y la rectitud en sí mismos. Al hacer el bien por el amor al bien mismo, se promueve la construcción de una sociedad más justa y compasiva, basada en la solidaridad y el respeto mutuo.
Conserva tu alma pura; que pueda presentarse a toda hora, delante de Dios, libre de todo reproche.
Aquí se enfatiza la importancia de mantener la integridad moral y espiritual en todas las acciones y decisiones. En la ética masónica, se subraya la necesidad de vivir una vida guiada por la rectitud y la honestidad, de modo que el individuo pueda mantenerse en paz consigo mismo y en armonía con lo divino. Esta directriz insta a los masones a cultivar una conciencia limpia y un corazón puro, de modo que puedan enfrentar cualquier situación con dignidad y honor. Al conservar el alma pura, se busca vivir de acuerdo con los más altos ideales morales, permitiendo así que el individuo se presente ante Dios sin ningún tipo de reproche y con la confianza de haber cumplido con su deber en la vida terrenal.
Ama a los buenos, compadece a los débiles, huye de los malvados, mas no odies a nadie.
Este precepto invita a los masones a cultivar relaciones positivas con aquellos que representan la virtud y la rectitud, al mismo tiempo, se les insta a mostrar compasión y empatía hacia los menos afortunados, brindando apoyo y ayuda a aquellos que son vulnerables o están en necesidad.
Además, este principio aconseja a los masones mantenerse alejados de aquellos que practican la maldad o el mal, reconociendo la influencia negativa que pueden ejercer sobre ellos. Sin embargo, se hace hincapié en que este distanciamiento no debe convertirse en odio o resentimiento hacia esas personas, sino en una precaución sensata para proteger la propia integridad moral y espiritual.
Háblales respetuosamente a los mayores, prudentemente a tus iguales, sinceramente a tus amigos y con ternura a los pobres.
Este principio establece pautas para las interacciones humanas basadas en el respeto, la prudencia, la sinceridad y la compasión. En la ética masónica, se reconoce la importancia de tratar a cada individuo con dignidad y consideración, independientemente de su posición social o económica.
Al dirigirse a los mayores, se enfatiza la necesidad de mostrar respeto y cortesía hacia aquellos que sobrepasan su edad o que ocupan posiciones de autoridad o poder. Esta actitud refleja el reconocimiento de la importancia de la jerarquía y el respeto por la experiencia y el conocimiento acumulados.
Al hablar con los iguales, se destaca la importancia de la prudencia y la consideración en la comunicación. Se alienta a los masones a expresar sus opiniones de manera prudente, respetuosa y constructiva, reconociendo la igualdad de derechos y la dignidad de cada persona.
Al interactuar con amigos, se enfatiza la sinceridad y la honestidad en la comunicación. Se alienta a los masones a ser genuinos y auténticos en sus relaciones personales, cultivando la confianza y el vínculo mutuo basado en la transparencia y la franqueza.
Finalmente, al dirigirse a los pobres, se destaca la importancia de mostrar compasión y empatía hacia aquellos que están en necesidad. Se alienta a los masones a mostrar bondad hacia los menos afortunados, brindando apoyo y consuelo en momentos de dificultad.
No adules jamás a tu hermano, porque es una traición; y, si tu hermano te adula, desconfía que te corrompa.
Este precepto advierte a los masones contra el uso de la adulación como medio para obtener favor o beneficios personales, ya que socava la fraternidad y la confianza dentro de la comunidad masónica. En cambio, se enfatiza la importancia de la honestidad y la transparencia en las relaciones entre hermanos, cultivando así una comunidad basada en la confianza mutua y el respeto.
Además, este principio insta a los masones a ser conscientes de las intenciones detrás de la adulación recibida, reconociendo que puede ser utilizada como un medio de manipulación o corrupción. Se les aconseja que sean cautelosos y desconfiados ante cualquier adulación excesiva, y que busquen mantenerse firmes en sus principios éticos y morales en todo momento.
Escucha siempre la voz de tu conciencia
El principio «Escucha siempre la voz de tu conciencia» destaca la importancia de la introspección y la autodisciplina en la vida de un masón. En la ética masónica, se reconoce que la conciencia actúa como un guía interno que nos indica el camino hacia la rectitud y la virtud. Al escuchar la voz de la conciencia, los masones se comprometen a reflexionar sobre sus acciones y decisiones, evaluando si están en consonancia con los principios éticos y morales de la fraternidad.
Este precepto subraya la necesidad de actuar con integridad y honestidad, incluso cuando nadie más esté observando, y de mantenerse fieles a los valores fundamentales de la masonería en todo momento.
Sé el padre de los pobres. Cada suspiro que tu dureza les arranque será una maldición que caerá sobre tu cabeza.
El principio «Sé el padre de los pobres» resalta la importancia de la compasión y la solidaridad hacia aquellos que están en necesidad, ya sea económica o emocional. En la masonería, se reconoce el deber de ayudar y apoyar a los menos afortunados, mostrando un compromiso activo con el servicio a la comunidad.
Al asumir el papel de «padre de los pobres», los masones se comprometen a actuar con empatía y como defensores de aquellos que son vulnerables o están en desventaja. Esto implica, que dentro de sus posibilidades y sin afectar su economía, su familia o su tiempo, un masón se compromete a brindar apoyo material, emocional y espiritual a aquellos que lo necesitan, y trabajar para abordar las causas subyacentes de la pobreza y la injusticia.
Respeta al extranjero y al viajero, porque su posición les hace sagrados para ti.
Este principio resalta la importancia de mostrar consideración y respeto hacia aquellos que se encuentran fuera de su entorno habitual, ya sea que estén viajando temporalmente o que se encuentren en una situación que les resulte incómoda o desafiante. En la masonería, se reconoce que estas personas pueden enfrentar dificultades únicas y pueden necesitar apoyo y comprensión.
Este principio insta a los masones a tratar a los viajeros y a aquellos que se encuentran fuera de su zona de confort con dignidad y cortesía, reconociendo su humanidad y su valor intrínseco como individuos. Se enfatiza que su posición de vulnerabilidad o incomodidad los hace merecedores de un trato especial, y se les pide a los masones que actúen con generosidad y compasión hacia ellos.
Evita las disputas y prevé los insultos, poniendo la razón de por medio.
Este principio insta a los masones a evitar enfrentamientos innecesarios y a buscar soluciones pacíficas a los conflictos, utilizando la razón y el diálogo como medios para resolver diferencias. Se enfatiza la importancia de mantener la calma y la compostura en situaciones desafiantes, y de actuar con respeto y cortesía hacia los demás, incluso cuando se enfrenten a provocaciones o insultos.
Además, el principio advierte contra el uso de la violencia verbal o física como medio para resolver disputas, y enfatiza la importancia de buscar un terreno común y una comprensión mutua en todas las interacciones humanas. Se destaca que la razón y el entendimiento son fundamentales para construir puentes y promover la paz y la armonía en la sociedad.
Respeta a las mujeres. Jamás abuses de su menor fortaleza física y muere antes que deshonrarlas.
Este principio insta a los masones a evitar cualquier forma de abuso, explotación o discriminación hacia las mujeres, reconociendo su igualdad y su derecho a ser tratadas con respeto y dignidad en todas las circunstancias.
Además, el principio advierte contra cualquier acción que pueda causar vergüenza o deshonra a las mujeres, y enfatiza la importancia de proteger su honor y reputación en todo momento. Se destaca que la verdadera valentía y honor de un masón se demuestran al tratar a las mujeres con respeto e igualdad y al estar dispuesto a sacrificar la propia vida antes que deshonrarlas.
Lee y aprovecha; ve e imita; reflexiona y trabaja. Y que todo redunde en beneficio de tus hermanos, para tu propia utilidad
El principio «Lee y aprovecha; ve e imita; reflexiona y trabaja. Y que todo redunde en beneficio de tus hermanos, para tu propia utilidad» enfatiza la importancia del aprendizaje continuo, la observación activa y la acción reflexiva en la vida de un masón. Este precepto invita a los masones a cultivar una mentalidad de crecimiento y desarrollo personal, buscando constantemente nuevas oportunidades para aprender, crecer y mejorar.
La primera parte del principio, «Lee y aprovecha», resalta la importancia de la educación y el conocimiento como herramientas para el automejoramiento y la realización personal. Se alienta a los masones a leer y estudiar de manera diligente, buscando conocimientos que puedan aplicar en su vida diaria y en su práctica masónica.
La segunda parte, «Ve e imita», enfatiza la importancia de la observación activa y el aprendizaje a través del ejemplo. Se insta a los masones a observar el comportamiento y las acciones de aquellos que son dignos de admiración, y a imitar sus virtudes y valores en su propia vida.
La tercera parte, «Reflexiona y trabaja», destaca la importancia de la autoevaluación y la acción deliberada en el camino hacia el automejoramiento. Se alienta a los masones a reflexionar sobre sus acciones y decisiones, y a trabajar diligentemente para alcanzar sus metas y aspiraciones.
Este principio del Credo Masónico es un recordatorio de la importancia del aprendizaje, la observación y la reflexión en el camino hacia la excelencia personal y el servicio a los demás. Al cultivar una mentalidad de crecimiento y dedicarse al automejoramiento constante, los masones pueden contribuir al bienestar de sus hermanos y a su propio desarrollo y realización personal.
Sé siempre contento para todo, con todo y de todo.
En la masonería, se reconoce que la actitud mental puede influir significativamente en la forma en que enfrentamos los obstáculos y experiencias de la vida. Por lo tanto, este principio insta a los masones a adoptar una perspectiva positiva y a encontrar razones para estar agradecidos, incluso en momentos difíciles.
Al mantener una actitud de contentamiento, los masones pueden cultivar la resiliencia y la fortaleza emocional, lo que les permite enfrentar los desafíos con calma y determinación. Además, esta disposición positiva puede influir en su entorno, inspirando a otros a seguir su ejemplo y contribuyendo así al bienestar colectivo.
Jamás juzgues ligeramente las acciones de los hombres. Perdónalas y no las condenes. El Gran Arquitecto del Universo es el que sondea nuestros corazones. Únicamente él puede apreciar su obra.
Este precepto del Credo Masónico invita a los hermanos a abstenerse de juzgar precipitadamente las acciones de los demás, reconociendo que cada individuo es único y está influenciado por una variedad de factores y circunstancias. Se enfatiza la importancia de mostrar compasión y empatía hacia los demás, y de perdonar en lugar de condenar.
Además, el principio reconoce la limitación de la percepción humana y subraya que solo el Gran Arquitecto del Universo puede comprender verdaderamente las motivaciones y los corazones de las personas. Se alienta a los masones a confiar en la sabiduría divina y a dejar el juicio final en manos de la Divinidad.